Cinco ideas básicas para entender el derecho a decidir en Catalunya · Jaume López
El proceso soberanista catalán ha tenido y tiene como eje central el derecho a decidir. Sobre este concepto se han construido y se han tejido el relato, las reivindicaciones, las leyes, las aspiraciones principales. Repasamos, con Jaume López, cinco ideas básicas para entender mejor de dónde viene Catalunya y a dónde puede llegar.

Extraemos cinco ideas clave para entender el derecho a decidir, el proceso y el soberanismo catalán del libro El derecho a decidir. La vía catalana, de Jaume López, que cuenta con prólogo de Juan Jose Ibarretxe. En la obra se profundiza sobre el caso catalán, además de repasar procesos de todo el mundo, como el escocés, el quebequés, los de las repúblicas bálticas, Kosovo, Montenegro...
1.- La vía catalana floreció con una ironía de la historia
Una nueva ironía de la historia: los federalistas catalanes crearon el terreno en el que germinó y comenzó a florecer el derecho a decidir.
2.- El terreno estaba abonado para el derecho a decidir: tres crisis simultáneas
Todo ello sucede en el contexto, además, de tres crisis que se dan al mismo tiempo. La crisis económica y social de tipo global que, en Cataluña, contribuye a generalizar el debate sobre la redistribución de los recursos públicos entre comunidades autónomas y la injusticia del permanente déficit fiscal catalán, cuestiones que hasta ese entonces habían preocupado a sectores bastante minoritarios[1]; la crisis en el modelo territorial del Estado, catalizada por la sentencia del Tribunal Constitucional; y la crisis de legitimidad de la democracia representativa surgida de la Transición, con todos los casos de corrupción que afloran pasada la época de las vacas gordas, y que producirá una gran desconfianza en las instituciones y los políticos, capitalizada en España (pero no en Cataluña) por el movimiento 15M o de los indignados (2011).
3.- El derecho a decidir como frame (marco cognitivo)
· El derecho a decidir consigue un buen frame bridging: permitió conectar dos tipos de conceptos que pueden ser congruentes, pero que estructuralmente estaban desconectados, como son los de democracia y autodeterminación, o democracia y nación.
· El derecho a decidir actúa como frame amplification: la reivindicación de que se tenga en cuenta la voluntad de las personas aumenta cualquier tipo de clamor identitario.
· El derecho a decidir funciona muy bien como frame extension: amplía la reivindicación a nuevos sectores como los que defenderán, a partir de ahora, las soberanías múltiples y poder decidir sobre todo.
Los primeros que se apuntan a un nuevo frame generado fuera del ámbito partidista suelen ser los partidos de la oposición. Sin acciones de gobierno que presentar, les toca ofrecer nuevas ideas.
4 ¿Derecho a decidir qué y quién?
Lo que plantea el derecho a decidir es si un referéndum de autodeterminación se puede legitimar y defender con valores diferentes a los tradicionalmente asociados a la doctrina del principio de autodeterminación de los pueblos y naciones.
Ciertamente, el derecho a decidir se vincula a una concepción de la secesión que hoy resulta demasiado sofisticada para la mayoría de gente, demasiado civilizada podríamos decir. En la esfera internacional, el caso catalán, especialmente tras el referéndum del 1 de octubre de 2017, certifica que el marco interpretativo dominante a la hora de evaluar este tipo de demandas tiene poco que ver con el derecho a decidir y se fundamenta, más bien y en todo caso, en una visión de la secesión como último recurso para evitar males mayores (y no, simplemente, como la expresión legítima de una voluntad): si no hay más remedio... No hay todavía ningún estado que haya nacido como consecuencia del ejercicio del derecho a decidir. Ni los que sí lo han materializado (Quebec, Escocia), ni los que se han independizado recientemente (que no lo han hecho ejerciéndolo). ¿Será Cataluña el primer caso?
Profundizar en nuestra identidad como pueblo, no confrontando sino conviviendo con otras identidades, sabíamos que era y es, el único salvoconducto para sobrevivir en un mundo globalizado pero injusto y cruel (Juan José Ibarretxe).
5 Los contrarios al derecho a decidir (el bloque del 155)
Los defensores más extremos de la imposibilidad de llevar a cabo un referéndum sitúan la unidad de España como un bien superior, casi religioso o moral: la unidad de España es sagrada (como ha afirmado, entre otros, el presidente del Gobierno español[2]), o es un bien moral (como defendió el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares[3]). Es curioso que ni siquiera estas posiciones extremas se suelan considerar nacionalistas.
¿Qué opinan en España sobre si podemos ser preguntados? Para algunos, preguntar es lo mismo que reconocer. Es decir, reconocer un pueblo, una nación, un sujeto político que puede ser preguntado sobre esta cuestión diferente al pueblo español. Lo que, o bien es imposible (porque no hay otro pueblo -o nación- que el español; posición negacionista), o inconstitucional (porque la Constitución solo reconoce esta facultad para el conjunto de la ciudadanía española; posición legalista).
Lo que no es nuevo, lo que no es innovador, sino lo de siempre, es la reacción del Gobierno español, esté quien esté al frente, PP o PSOE. No olvidemos que no se decían cosas diferentes de los vascos, del Parlamento vasco y del lehendakari de las que hoy se dicen de los catalanes, de su Parlament y de su president. Esto es también un aprendizaje para los dos pueblos. Entonces era el “seny català” lo que se valoraba en España, hoy es el “seny vasco” (Juan José Ibarretxe).
···
[1] Aunque en fechas tan lejanas como 1997 ya podemos encontrar, por ejemplo, anuncios a doble página en algunos periódicos costeados por una asociación vinculada a Òmnium Cultural, Amics de Joan Ballester, denunciando el déficit fiscal (“¿Hermanos o ‘primos’? Lo que nos cuesta ser españoles”, El Periódico de Cataluña, 28/10/1997).
[2] Mariano Rajoy: "Jugar con algo sagrado: la unidad de la nación” (09/11/2015).
[3] “La unidad de España es un bien moral”, un “acontecimiento espiritual”, una “realidad histórica” y un “proyecto común” (14/10/2015).
Los defensores más extremos de la imposibilidad de llevar a cabo un referéndum sitúan la unidad de España como un bien superior, casi religioso o moral: la unidad de España es sagrada (como ha afirmado, entre otros, el presidente del Gobierno español[2]), o es un bien moral (como defendió el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares[3]). Es curioso que ni siquiera estas posiciones extremas se suelan considerar nacionalistas.
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